Cómo se dio


Diose como se dan las doce

o las trece, por la fortuna egoísta

de los quehaceres del que apuesta

su corazón una madrugada de tragos.

 

Diose como una tarde de teatro,

a la sombra de una noche dispuesta,

entre miradas como látigos a la carne,

entre toques como manos al tambor.

 

Diose como el hermoso exceso del gusto

en un cuarto pequeño de paredes bajas,

término de conciliación entre dos almas

propia situación para la (de)generación.

 

Diose como se da el asedio entre dos,

cuyo único menester es el de devorar las horas,

convencidos de que son la vida.

seducidos por la agridulce yerba del cansancio.

 

Diose como el asombro de la riqueza,

como el trabajo pulcro del haragán,

como el corazón concertado de un fan,

como el lenguaje que dicta la historia.

 

Diose como el ritmo justo,

como si el universo estallara,

dándole orden mágico
al simple don de existir.


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