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Sin descanso

De aquel sueño recuerdo escenarios amplios, rellenos de luz de día y cargados de una enorme sensación de inquietud. Pasé cruzando algo que parecía la UdeA, con una fuente reacia al tiempo, de una historia profunda ahora inerte. Y justo alado de esa fuente, sobre el techo de la biblioteca, se alzaba un letrero que decía “Arte útil” junto a una persona que parecía dibujada en líneas. En la cara frontal del edificio, una pintura más grande que el Guernica, se erigía con la imponencia de una laguna entre montañas. Sin embargo, tres puntos se tallaban en dirección vertical por toda la mitad de la pared. Cuando yo llegué, la presentación ya había comenzado, pero la idea era simple y todos hablaban de ella; aquella imagen era la representación de la conciencia. Cada punto reflejaba la triada del estar: la atención, la intensidad y el caos, y por lo tanto para cada cual era diferente. Para mi desde lejos, los tres eran de color negro, así que lo consideré un engaño, pero la multitud, que llena

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